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Recuerdo aquel finde que prácticamente pasé en su casa. Con Pulp Fiction, y la visita exprés al Rastro. Recuerdo lo horrible que fue aquella pesadilla, y cómo él me dejó abrazarle cuando logré salir de ella. Lo horrible que había sido el día anterior, y cómo él estaba ahí para mí. Lo increíblemente dulce que fue aquel beso de despedida, a simple vista gemelo de tantos otros. Recuerdo que deseé que todo aquello fuera verdad. Porque si lo era, íbamos a conseguirlo.
*(Ya sé, pero hay cosas que tienen que quedar reflejadas, coñe).
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