*
Recuerdo aquel sábado que fui a buscar nícalos. Andando por el bosque, me tropecé con unas ramas y me caí. Y allí me quedé, sentada en el suelo y llorando, pensando en cómo tú siempre me cogías cuando iba a caerme, en el sentido figurando y en el literal.
Lógicamente, no esperaba pasar las 24 horas de todos los días que me quedaban contigo para que evitaras que me la pegase, pero la idea de que no fueras a estar nunca más...
No sabes qué dolor.
*Trampa otra vez, ya sé. Es lo que hay.
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