Aquella noche, todo parecía ir de mal en peor. Mi padre se empeñó en llevarme a "casa de Lau", y finalmente tuve que ir a casa de Lau, aunque en realidad no fuera un gran problema, porque él me había dicho que al tener que hacer no sé qué matrícula no estaría listo antes de las doce, así que fui a casa de Lau, me dio un achuchón bien grande, y emprendí el camino hacia Canillejas.
Una vez allí, pasé a por ramen y un mechero, pensando en mi droga y el ejemplar del sexo de la risa en mi mochila. Puede que entre los dos consiguieran que me olvidase un poco de mí misma.
Pero entonces mi patataberry parpadeó, y sorprendida abrí su mensaje. Que ya había terminado, que me pasara cuando quisiera. Lo cierto es que estuve tentada de decirle "eh, que estoy aquí abajo", pero eso iba a sonar muy acosador, así que esperé cinco minutos, y le dije que me abriera. Me dijo que ni de coña estaba ahí, y le contesté que bajara a comprobarlo.
Me abrió la puerta, y casi sin mediar palabra, tiró de mí hacia dentro y me llevó hasta su casa, y después a su habitación. Me pareció muy brusco, y dolía, pero tenía tanto miedo de a qué pudiera deberse que no le dije nada.
Dejé las cosas por ahí, y me preguntó cómo es que estaba abajo. Le conté por encima todo aquel lío monumental, pero seguía taciturno, enfadado, distante. No pude más con aquello y le pregunté qué le pasaba. Me dijo que muchas cosas, que tenía un día de mierda. Le insistí otro poco, y me dio largas, mirando en el ordenador sitios para ver Naruto (ya que el puto series.ly estaba lleno). Le seguí un rato el rollo e intenté besarle, y me apartó la cara. Y me tragué todo mi orgullo, y le dije que me contara. Me habló de cómo estaba mal con sus padres, de que querían meterle en el superior, de que la composición no avanzaba.. De que todo estaba jodido, en general. Y yo me sentía tan igual, que estuve a punto de derrumbarme, pero si algo me había quedado claro hasta ese momento es que tenía que ser fuerte, por los dos.
Le dije que lo íbamos a dejar todo fuera de la habitación aquella noche. Que nos cerraríamos a cal y canto, y que nada iba a importar salvo Naruto. Y le fui a dar otro beso, y volvió a apartarse. Y le dije que si no quería besarme, y me respondió que no, que no quería. No pude tragarme del todo las lágrimas a pesar de que no quería que él las viera, pero me clavé las uñas y pensé "sé fuerte, sé fuerte, sé fuerte".
Así que fuimos hasta su cama, y pusimos Naruto. Y al principio no me tocaba, pero luego se me escapó un comentario sobre lo imbécil que era Sakura y se rió. Y entonces él también lo comentaba, y se acercó un poco más. Y otro poquitín. Y empezamos a ver los capítulos en español porque se estaba partiendo el cuello al intentar leer los subtítulos de la versión en japo. Y nos sentamos en la cama, y cuando acabó el siguiente capítulo fue a hacer el ramen. Y a la vuelta se sentó justo a mi lado, mientras yo comía. Después él se acabó el ramen, ¡e incluso me abrazó!
No sé cuántos capítulos vimos aquella noche, pero nos quedamos en el que Haku "mata" a Sasuke, porque llevábamos allí ya... Un rato, por decirlo de manera elegante.
Bajamos a la cocina a por algo de comer, ya sabéis, la necesidad de este hombre de comer en mitad de la noche, y en un momento dado, los reflejos de dos años me perdieron y le besé. Y él me respondió al beso. Y me quedé de piedra. Pero de piedra, de piedra. Le miré y le pregunté; "¿pero no decías que no querías besarme?". Meneó la cabeza y contestó; "pues claro que sí, idiota". Y ya sí que definitivamente no entendí absolutamente nada, pero tenía muchas ganas de llorar, casi tantas como de él, y no quería arruinar aquello, así que le besé, y le seguí besando, hasta que las lágrimas se volvieron a mis venas y dejaron a los ojos en paz.
Aquella noche... Quería enseñarle algo. Así que le miré muy fijamente y le dije, "¿no me notas nada distinto?". Él me miró con atención, y terminó negando con la cabeza. "He venido sin maquillar, sin peinar, sin... Nada. Quería que me vieras... Tal y como soy, sabes, solo... Yo. Y saber qué te produce". "Sí... De eso ya me había dado cuenta, pero no sabía a qué te referías. Eres muy guapa". Me mordí el moflete por dentro. Sabía que me consideraba guapa, aunque no terminara de entender por qué. Pero lo que buscaba era provocarle algo, por dentro. Joder, removerle hasta que me odiara o me quisiera, pero no serle indiferente.
Volvimos a subir a su habitación, y nos dispusimos a dormir, al menos un ratejo. Lo bueno era que al día siguiente no tendría que salir a hurtadillas en mitad de la noche, sino que podríamos desayunar tranquilamente. Sí, adoraba desayunar con él.
Aquella noche dormí, pero saltando de pesadilla en pesadilla. Al día siguiente, él me dijo que le había dado la noche con tanta patada y tanto hablar. Lo dijo como resentido, y me sentí culpable por haber soñado. Y al segundo siguiente me sentí idiota por sentirme culpable por eso, y todo se me hizo un cóctel Molotov para empezar bien la mañana. Me pregunté si me quedaba algún momento con él de felicidad a secas, y me di cuenta de probablemente no muchos. Y eso terminó de rematarlo todo.
Como casi no había dormido, ni desayuno ni nada, le mimé un poco, pero al final dejé durmiendo y me marché de allí.
Una vez fuera de su casa no pude seguir y me apoyé sobre el muro de su casa, tratando de sacar aire de alguna parte. Acabé deslizándome hasta el suelo y llorando allí mismo, aterrada por si alguien de su familia me veía pero incapaz de moverme.
Al final vi que si no me marchaba tendría problemas, así que me levanté y deshice una vez más aquel camino, sólo con el sol.
Le dije que lo íbamos a dejar todo fuera de la habitación aquella noche. Que nos cerraríamos a cal y canto, y que nada iba a importar salvo Naruto. Y le fui a dar otro beso, y volvió a apartarse. Y le dije que si no quería besarme, y me respondió que no, que no quería. No pude tragarme del todo las lágrimas a pesar de que no quería que él las viera, pero me clavé las uñas y pensé "sé fuerte, sé fuerte, sé fuerte".
Así que fuimos hasta su cama, y pusimos Naruto. Y al principio no me tocaba, pero luego se me escapó un comentario sobre lo imbécil que era Sakura y se rió. Y entonces él también lo comentaba, y se acercó un poco más. Y otro poquitín. Y empezamos a ver los capítulos en español porque se estaba partiendo el cuello al intentar leer los subtítulos de la versión en japo. Y nos sentamos en la cama, y cuando acabó el siguiente capítulo fue a hacer el ramen. Y a la vuelta se sentó justo a mi lado, mientras yo comía. Después él se acabó el ramen, ¡e incluso me abrazó!
No sé cuántos capítulos vimos aquella noche, pero nos quedamos en el que Haku "mata" a Sasuke, porque llevábamos allí ya... Un rato, por decirlo de manera elegante.
Bajamos a la cocina a por algo de comer, ya sabéis, la necesidad de este hombre de comer en mitad de la noche, y en un momento dado, los reflejos de dos años me perdieron y le besé. Y él me respondió al beso. Y me quedé de piedra. Pero de piedra, de piedra. Le miré y le pregunté; "¿pero no decías que no querías besarme?". Meneó la cabeza y contestó; "pues claro que sí, idiota". Y ya sí que definitivamente no entendí absolutamente nada, pero tenía muchas ganas de llorar, casi tantas como de él, y no quería arruinar aquello, así que le besé, y le seguí besando, hasta que las lágrimas se volvieron a mis venas y dejaron a los ojos en paz.
Aquella noche... Quería enseñarle algo. Así que le miré muy fijamente y le dije, "¿no me notas nada distinto?". Él me miró con atención, y terminó negando con la cabeza. "He venido sin maquillar, sin peinar, sin... Nada. Quería que me vieras... Tal y como soy, sabes, solo... Yo. Y saber qué te produce". "Sí... De eso ya me había dado cuenta, pero no sabía a qué te referías. Eres muy guapa". Me mordí el moflete por dentro. Sabía que me consideraba guapa, aunque no terminara de entender por qué. Pero lo que buscaba era provocarle algo, por dentro. Joder, removerle hasta que me odiara o me quisiera, pero no serle indiferente.
Volvimos a subir a su habitación, y nos dispusimos a dormir, al menos un ratejo. Lo bueno era que al día siguiente no tendría que salir a hurtadillas en mitad de la noche, sino que podríamos desayunar tranquilamente. Sí, adoraba desayunar con él.
Aquella noche dormí, pero saltando de pesadilla en pesadilla. Al día siguiente, él me dijo que le había dado la noche con tanta patada y tanto hablar. Lo dijo como resentido, y me sentí culpable por haber soñado. Y al segundo siguiente me sentí idiota por sentirme culpable por eso, y todo se me hizo un cóctel Molotov para empezar bien la mañana. Me pregunté si me quedaba algún momento con él de felicidad a secas, y me di cuenta de probablemente no muchos. Y eso terminó de rematarlo todo.
Como casi no había dormido, ni desayuno ni nada, le mimé un poco, pero al final dejé durmiendo y me marché de allí.
Una vez fuera de su casa no pude seguir y me apoyé sobre el muro de su casa, tratando de sacar aire de alguna parte. Acabé deslizándome hasta el suelo y llorando allí mismo, aterrada por si alguien de su familia me veía pero incapaz de moverme.
Al final vi que si no me marchaba tendría problemas, así que me levanté y deshice una vez más aquel camino, sólo con el sol.
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