Recuerdo aquella vez en la que mis padres estaban de viaje, y te viniste varios días a dormir a mi casa. Uno de ellos, yo me fui de fiesta por un lado, y tú por otro, y acordamos quedar en mi casa a eso de las tres. Recuerdo llegar, y esperarte en la parada del bus, porque pensé que era la forma más sencilla. Recuerdo a ese hombre. Grande, con un abrigo pesado y el pelo oscuro. Recuerdo que me miraba, y me daba miedo marcharme porque podía ver dónde vivía. Recuerdo que empezó a hablarme y cómo comencé a retroceder, hasta que él alargó su brazo hacia mí y me cogió de la chaqueta, y entonces ya sólo corrí. Corrí tres manzanas más lejos, y cuando vi que no me seguía, corrí a meterme en mi casa. Y te llamé. Y tú viniste. Y a pesar de todo, al tenerte durmiendo a mi lado, aquella noche no tuve miedo.
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