Hoy encontré una pulsera en el mar. Nada del otro mundo, un cordón negro con una plaquita metálica que rezaba "vivir es increíble".
En ese momento sonreí. Quiero decir, que pensé que era seis, y fue una especie de empujoncito para darle una patada en el culo a la distancia, al menos durante un rato.
Ahora veo que el universo es mucho más enrevesado de lo que parece. Que sabía que lo que tendría esta noche a mano serían mis ganas de desaparecer, y la amiga, bien afilada.
Gracias por intentarlo, fue un bonito gesto.
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