Miro el teléfono, a pesar de que sé que no tengo mensajes. Al menos, no tuyos. Pero la esperanza es lo último que se pierde. Por desgracia. Si no fuera por esta puta esperanza, podría aniquilar a la raza humana, a la no humana, y a todo lo que se me pusiera de por medio.
Aunque no sé si podría contigo, amor.
Nunca acostumbré a llamarte así, ¿verdad? Sólo en mi fuero interno, aunque nunca lo hayas sabido. Como tantas otras cosas que siempre me guardé para mí, y que ahora me mata no haberte dicho. Como ese mechón de pelo más clarito que se te riza en la nuca. Como los despertares nocturnos que se volvían regalos al poder verte dormir. Como las incontables noches que pasé escuchando ese "come with me to the ende of the world...", tratando de convencerme a mí misma de que podría negarme, a sabiendas de que no puedo decirte que no a nada. Como lo mucho que me gustaba la forma que tenían tus manos de recorrerme mientras me hacías el amor, como si desearas fundirte conmigo.
... O puede que no.
Puede que todo fueran imaginaciones mías, que no hubiera nada realmente. Que sólo hubiera por mi parte, que ambos nos creyésemos la mentira.
Pero si algo de estos dos años fue verdad... No te marches, coño. No te marches.
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