martes, 26 de agosto de 2014

Capítulo 6.

Habíamos quedado para comer, y, como siempre, él llegaba tarde. Solo que en aquella ocasión tenía excusa, dado que yo había adelantado la hora de quedada.
Pensaba llevarle a hacer un picnic, y como él tenía que comprar la comida, y yo unas sorpresillas, pasamos por el SuperSol. Cuando hubo acabado, le dije que me esperara fuera para buscar mis sorpresillas, pero no había nada en aquel super de mierda, así que me conformé con lo que mejor pensé que serviría, y salí de allí.
Podíamos haber ido a las vías del tren, pero él tenía que componer después y ambos queríamos sombra, así que fuimos a la Quinta (un parque muy bonito de Madrid), y más concretamente, a esa zona escondida en la que habíamos pasado tantos ratos; la vez que quedamos antes de mi primera visita a uno de sus ensayos, la vez que se nos metió entre ceja y ceja tomar un colacao en la calle a pesar de los doce grados que había, con aquellos vasos tan molonguis que se coloreaban con el frío...
Sí, definitivamente allí había muchos recuerdos.
Extendimos mis pañuelos, y no sentamos sobre ellos mientras charlábamos y comíamos. Lo cierto es que le notaba algo frío, pero no sabía muy bien cómo ubicarlo, ya que aquella mañana habíamos estado bien. Puede que hubiera estado dándole vueltas a todo aquello y que no estuviera convencido. Al final, sencillamente traté de acercarme poco a poco a él... Sin mucho éxito, la verdad.
Al menos hasta que terminamos de comer, y empecé a hacer tonterías.
La tontería del día consistía en un juego, un juego de comida. Yo le vendaría los ojos, y él tenía que adivinar que le estaba dando de comer. Si acertaba, tenía premio, y si no, tenía que pasar una prueba.
El problema era que habiendo llegado el día anterior de la playa, y con una salida a Alemania prevista para dentro de dos días, mi casa parecía a un desguace abandonado, y casi no había conseguido nada con que jugar, así que estaba viendo que me iba a tocar pringar a mí más que a él, pero al menos esperaba que nos riésemos un rato.
Comencé con algo facilito, unas patatas fritas. Lo cierto es que había algo sexy en eso de tenerle a mi merced, y poder hacerle lo que quisiera. Definitivamente, había que probarlo en otra ocasión, pero en ese momento, y con todo tan a flor de piel, decidí no tirar más de la cuerda.  Por supuesto, lo adivinó, así que pasé a por los picatostes. Él sabía perfectamente lo que eran, pero no era capaz de recordar el nombre, así que punto para moi, y prueba par él. Por último (ya he dicho que andaba muy corta de recursos), saqué un kiwi, que, para mi sorpresa, adivinó nada más rozar sus labios con ello. Qué cabrón, cómo me fastidió aquello.
Pero bueno, dos a uno. Le insinué mi premio número uno, y se puso colorado. "¿Aquí?" "Claro...". Nos retiramos hacia una esquina de ladrillo en la que alguien había escrito "éste es mi rincón favorito de Madrid", y no pude evitar pensar que yo me encontraba entre las piernas del mío. Cuanto más me aplicaba, más cachonda me ponía. Él vibraba en mis manos, y yo me crecía con él. Más y más. Cuando acabé, me hubiera follado a una pared. Pero gracias a dios, él siempre ha sido muy generoso, y de pronto me besaba las piernas, haciendo que mis uñas se hundiera en el suelo. Y es que como dice Irene X "maleducado estás más guapo". Cuando hubo acabado, me cogió de la mano, y dado que aún teníamos tiempo fuimos dando un paseo hasta su casa. Adoraba esos paseos. Siempre lo había hecho. Si... Si al final las cosas no salían bien... Aquella zona iba a ser mi ruina. Nunca volvería a caminar por allí sin sentir que una parte de mí se rompía en pedacitos a cada paso. Esperaba no tener que llegar nunca a eso, y pensaba sobre qué prueba ponerle. Podía putearle, y seguro que me lo pasaba muy bien, pero lo que en realidad quería saber era cómo habían sido aquellos días para él... Conmigo aquí de nuevo. Pospuse aquella decisión, y me propuse disfrutar del paseo mientras me hablaba de su primera fantasía. Decidí que aquel sería su segundo premio. En esto llegamos a su casa, y nos sentamos en el sofá. Nos besábamos, charlábamos. Siempre me gustó eso de nosotros, que éramos dos personas que hablaban... De todo, en todo momento. Desgraciadamente el todo incluye cosas de las que una nunca quiere hablar, y la conversación se fue hacia sitios que dolían; "es que no estoy nada convencido, yo no había planeado las cosas así, no sé si esto es una buena idea, deberías estar pasando por lo que pasé yo cuando me dejaste". Cuántas dudas. Puede parecer que no me lo tomaba en serio (aunque no creo que me haya tomado algo más en serio en mi vida), pero me vino a la cabeza una frase de la canción "Todo" de Pereza: "que me acojono cuando pienso, en tus pequeñas dudas y eso, que si no te tengo reviento...". 
"Oye, yo no... No creas ni por un momento que estoy bien. o sea, estoy aquí, y es más de lo que pensé que podía conseguir, pero vivir con el hecho de que puede... De que es probable que esto tenga fecha de caducidad me mata.  Y no te imaginas cuánto. En cuanto a lo de los planes... Pues no voy a decir que lo sienta, me alegro de que no salieran las cosas como las habías planeado".
Seguimos hablando, pero la hora de su composición llegó, y me acompañó hasta la parada del 77. Lo cierto es que no tenía tiki-tiki*, pero aún quedaban unos minutos para que llegara el bus, y quería estirar mi tiempo con él, así que le besé y le achuché, y respiré muy profundo su nuevo olor, para tener algo a lo que aferrarme aquella noche.  Pero finalmente el bus llegó, y cuando se marchó sin que me hubiera montado, le dije lo que pasaba, y sé que me estaba diciendo algo, pero sonrió tan bonito, que no pude sino embelesarme con aquella preciosidad. 
Se marchó, y yo emprendí el camino a mi casa, recordando lo que me había dicho "yo no había planeado las cosas así". Y pensé que él y yo nunca fuimos un plan. Fuimos una discoteca de casualidad. Un beso. Y una explosión. Nunca habíamos sido un plan, y éramos lo mejor que me había pasado en la vida. Así que ojalá el plan para recuperarle fuera el único que nos saliera bien.

*Tiki-tiki: billete sencillo/no sencillo necesario para utilizar el transporte público en Madrid.

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