Recuerdo el día en que bautizamos el parque Titanic. Recuerdo aquel sol tibio de invierno, sus manos sobre las mías, en aquel tobogán, la sensación de que el mundo era nuestro. Da igual lo que venga, siempre será nuestro sitio.
Éste va a ser un blog que hable de uno de los líos más grandes en los que me haya metido nunca: echar de menos a alguien. No tendrá mucho sentido si no has estado en mi cabeza, pero si quieres intentarlo, empieza por el principio. En compensación, será real. Como la vida misma. Porque no voy a colgar algo con futuro, sino sentimientos sin orden ni concierto. Bienvenido, si tú también has echado a alguien de menos.
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