Ya no canto.
Acabo de darme cuenta. Estaba en la ducha, y sólo oía cómo caía el agua sobre mí. Y me he dado cuenta de que hace mucho que no canto nada a grito pelao’. Ni en la ducha, ni por las mañanas cuando arreglo mi habitación, ni paseando, ni mientras limpio, ni mientras intento acordarme de esa palabra que tengo en la punta de la lengua y es la única capaz de encajar en el hueco de lo que estoy escribiendo.
Yo, que siempre, toda la vida la he pasado cantando en cualquier momento y lugar. Desafinando a más no poder, llena de gallos… Sí, pero cantando. Incluso en algún momento en el que me abría los brazos tarareaba algo. A veces mientras leía. Siempre.
Traté de hacer memoria, y me di cuenta de que no cantaba desde… Desde la vuelta de Jávea. No me refiero a contigo, o con otras personas, sino conmigo misma. ¿Para mí misma? Lo que sea, pero lo que sea de verdad. Y también me di cuenta de que, como taaaantas otras cosas, era algo que no me había pasado nunca.
Recordé a Ariel, y cómo ella también perdió su voz por el hombre al que quería. Siempre me gustó su historia, porque, aunque la pobre cría lo haga de mal en peor, hizo todo lo que ella pensaba que podía hacer para conseguir lo que quería. A quien quería, mejor dicho. Cierto es que, como princesa Disney, al final tienen que salvarla, pero siempre he achacado eso al machismo que se respiraba en la sociedad de los años 90.
Y de pronto un día, me enteré del primer borrador que había hecho la factoría Disney para aquella historia.
Toda la historia se mantenía igual, sólo que, cuando la sirenita está en el muelle, viendo cómo el barco de boda de Úrsula y Eric se marcha, ella no saca fuerzas de la flaqueza, y se tira al mar, ahí de locura para intentar hacer cualquier cosa, sino que se sienta a llorar y… Se suicida ante la vida que la espera sin él.
Es mi opinión que todo esto viene a santo de que, en la historia original, el marinero al final también cae embaucado por los trucos de la bruja, y la sirena enamorada de él, se convierte en espuma de mar, y los de Disney trataron de ser fieles al guion. Pero claro, tú pon delante de una generación de niños a un personaje que se suicida por amor… Y prepárate para la que viene después.
Pero el caso es que, cuando una crece y conoce todo lo que hay detrás de ese bonito final feliz, no puede parar de preguntarse, ¿y si ésa es la única realidad real? ¿Y si las cosas nunca se arreglan, y las sonrisas nunca ganan?
…
Menos mal que yo me críe con las películas Disney, ¿no?
Porque si por si acaso quedaba alguna duda, prefiero tirarme al mar tras el barco, pudiendo ahogarme intentándolo, que quedarme en la orilla y morir arrepintiéndome de haber sido una cobarde.
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