lunes, 22 de septiembre de 2014

Capítulo 16.

Desde que me había marchado de su casa, tenía un sabor agridulce en la boca. Sinceramente, no sé por qué. Pero no podía sacudirme de encima la sensación de.. Frío.
A ver, ya sé que esto es raro, pero mientras estaba con él nunca tenía frío. A ver, físico sí, si había 10º en la calle, pues calor no iba a tener, pero no... Por dentro. Siempre había sentido que algo en mí estaba congelado pro dentro. Y cuando él llegó, eso se había ido derritiendo, poco a poco, con su piel que quemaba, hasta hacerlo desaparecer. Y de repente empezaba a notar que quedaban trazas. Que no estaban tan agotadas como parecía. Y sabía que sin su calorcito, iba a empezar a tener problemas.
Al día siguiente, me levanté emocionada. Yo que sé, el plan que nos esperaba era muy guay. Me duché, me arreglé, y cuando terminé me daba un airecillo a Sandy, la de Grease. Porque sí, aquel día habíamos quedado para ver Grease y marcarnos un karaoke de esos en los que parece que no hay mañana. 
Y entonces recibí un mensaje suyo, que había salido de fiesta y que estaba muerto. Y lo entendí, porque tenía todo el sentido, pero la desilusión y la decepción me dieron tal paliza que daba igual con quién hubiera empatizado, porque sólo era capaz de sentir los golpes. Me dijo que si podíamos quedar después de comer, en vez de en ese momento. Le dije que sí, qué iba a decirle, pero cuando dejé de mirar al teléfono y me miré al espejo, maquillada, arreglada y con los tacones ya puestos me sentí el ser más estúpido sobre la faz de la tierra.
A quién quería engañar. Él no quería arreglar las cosas. Sólo olvidarse de mí y seguir adelante. No podía parar de llorar, y pronto pareció que me había pintado la cara de negro, porque Sandy lleva mucho, mucho maquillaje. Y me sentí aún más estúpida y patética, porque ahora tendría que pintarme de nuevo. Porque sí, a pesar de todo, en ningún momento había dudado de ir después.
Al final llegó la hora, me arreglé como buenamente pude (porque un maquillaje sobre otro maquillaje nunca termina de quedar bien), y eché a andar hacia su casa, con aquella chupa que cuero que por muy divina que pareciese, me estaba asfixiando. Qué casualidad, como yo misma.
Cuando llegué a su casa, pensé que al haberme retrasado tanto la hora de quedada, al menos estaría vestido... Obviamente era una vana esperanza. Estaba en sus pantalones de dormir y en su cara de sobado. Y por muy adorable que resultara, me chiné. Joder, pues porque podía hacer un mínimo. Subí con su cuarto, y oí cómo le decía a su madre que iba a comer arriba. Oí cómo su madre se enfadaba, y me sentí mal. Pero no se lo enseñé, porque no se lo merecía. Cuando entró en su habitación, se sentó en su silla, y yo en la cama. Sin hablar. Con todo el cuarto en medio. Y quería acercarme, pero no quería. A veces odiaba con toda mi alma necesitarle tato, y aquel fue uno de esos momentos. 
Entonces me habló, con voz suave, como si se dirigiese a un animal a punto de saltar. Y yo me mordí el moflete hasta hacerme sangre y le respondí. Y poco a poco, redujimos la distancia no-física, que en realidad es la única que de verdad cuenta. 
Cuando terminó de comer, le propuse echarnos un peta, para estar un poquillo más sueltos a la hora de bailar y cantar, y yo qué sé. Le propuse hacer una iguana, y accedió, pero como obligado. También odiaba eso, cuando parecía que hacía las cosas porque tenía que hacerlas. Por qué no se limitaba a hacer lo que le apeteciese. Sin más, joder. Era la única manera de que aquello terminase bien.
Cuando se nos hubo acabado, pusimos la película. Ya en la primera canción no pude resistirme a sacarle a bailar, pero es que adoraba la intro. Él se resistió un poco, pero terminó por ceder, y hacer el idiota conmigo, aunque no se supiera esa canción. Y luego seguimos viendo la película, y en "Summer love", con ese "tell me more, tell me more" ya estábamos allí de verdad, riéndonos, bailando, haciendo el mongolo. Nosotros en en estado puro. Y luego llegó la canción que nadie se sabía de las Pink Ladies sobre la sosa de Sandy.  Y luego la canción súper sosa de Sandy, la cual me dijo que le gustaba. El día en que fuera capaz de entender cómo funcionaba su gusto....
Y luego el gran "Greased Lightning", el cual bailamos los dos sobre la cama, mientras nos reíamos más y más. Y aún más. Era increíble la montaña rusa de sentimientos que era capaz de provocarme. O los sentimientos, a secas. Y de repente se nos colaron un par de besos. Y un par de caricias. Y qué calor, ¿no? Y de repente él encima mía, y viceversa. Y más dentro. Que éramos unos incorregibles, joder. Y cómo me encantaba. Después vino la canción que a nadie le gusta de Grease, la Frenchie queriendo ser peluquera y su héroe la dice que es imbécil y que lo deje. Y luego la de la gran Ritzo... Cómo adoro esa canción. Pero me resistí a cantarla delante suyo, porque podía derrumbarme, y no tenía claro qué podía salir de ahí.
Y finalmente llegó el acto final; "You're the one that i want". Cuando vi que se acercaba, me calcé los tacones y tiré de él. Me miró con cara de "no", pero no cejé en mi empeño. Y al final se levantó, y la canción empezó. Y empezamos a cantar y a bailar. Y a reír otro poco. Y ya no era "otro poco", sino otro mucho. Y nunca he sabido si él sabía de qué hablaba esa canción, pero en ese momento yo sentía cada sílaba, mientras se la cantaba entre risas y giros que bien podían haber acabado en el suelo con aquellos tacones. Pero me daba igual. En realidad, todo me daba igual, salvo que no podía parar de reírme y que él andaba ahí, ahí conmigo.
Después nos hicimos unas fotos, pues porque sí, porque nuestras pintas lo merecían, (y aunque daban mucha pena no sé si voy a poder resistirme a colgar una aquí). Y después nos quedamos allí en su cuarto, abrazaditos, en la cama. La verdad es que adoraba ver películas con él, aunque para el común de los mortales fuera un plan de mierda. Pero claro, no todo el mundo veía pelis así. 
Después, había quedado, así que le acompañé hasta el metro, pero cuando llegamos allí no había nadie. Ah, que no, que era en la parada del bus. Yo seguía andando hacia arriba, y él giraba a la izquierda. Y entonces me dio un beso. Y estaba tan sexy con esas gafas y ese pelo que ay. Y le respondí al beso. Y volvió a besarme y soltó un "ay, que me entretienes, que me tengo que ir ya", de esos que hacía... Meses que no oía. Algo cohibido, cuqui, sincero. Y fue como un flechazo. Otro flechazo. Y le dejé irse mientras caminaba con aquellas pintas de femme fatale en pos del autobús.
En mi ipod volvió a sonar "you're the one that i want". Y le recorrí otra vez en mis recuerdos. Y sí, él era al que quería. 


You are the one that i want.

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