Siempre tuvo muchos “defectos”.
Es cabezota. MUY, MUY cabezota. Si algo se le ha metido entre ceja y ceja, olvídate. Hasta que escucha algo de lo que le estás diciendo puede que lleves media hora hablando. Le cuesta empatizar. Es muy orgulloso. Renunciaría a una mano antes que pedir perdón de buenas a primeras. Cuando hay algo que está hecho de una determinada manera, aunque cambie, él sigue viéndolo como estaba (ejemplo, cuando le estaba tocando la polla todo el día para quedar, y le quitaba muchísimo tiempo. Ahora ya no es así, pero él se ha quedado con esa imagen y la sigue asociando cuando le digo de hacer cualquier cosa). A veces le dan prontos que dan miedo. Le cuesta dejarse llevar, y tiene toda su vida planificada minuto a minuto, y tiene que cumplir esos planes a rajatabla, o algo peta en su cabeza.
Pero claro, cada moneda tiene su cara opuesta. Y la suya cuesta encontrarla, pero yo he estado ahí. Y por eso sé que (aunque sea necesario un esfuerzo hercúleo) de repente te mira con cara de “coño, tiene razón”, y no lo admite, pero actúa en consecuencia. Y que hay que estarle machacando con el mismo concepto muuuchas veces, pero al final es capaz de escucharte, y tenerte en cuenta. Y que cuando ve que te rompes delante suya, se lo traga todo y te abraza hasta que te calmas, y te dice que lo siente y que ha sido un imbécil. Porque trata de aguantar todo lo posible antes de estallarte, por mucho que le pongas contra las cuerdas (y creo que yo le he puesto MUCHO contra las cuerdas). Y porque de vez en cuando, muy de vez en cuando lo manda a tomar por culo todo (siempre un poco a regañadientes) y te da vía libre para soñar.
Y todo esto no es NADA comparado con todo lo bueno que hay en él.
Y es que podría hablaros de lo dulce que es, de lo mucho que puedo llegar a reírme con él, de cómo hace algo normal absolutamente único, de cómo siempre se preocupa por mí, de cómo me aceptó desde el primer momento tal y como era, de cómo se ha esforzado por conocerme y que, además, se quedó conmigo después de hacerlo. Podría hablaros de todo esto, y de mucho más, pero es que, sinceramente, no sé si existen palabras, o espacio suficiente en el mundo. De verdad lo digo. Porque es la persona que más me ha maravillado nunca. A pesar de todo lo malo. O precisamente, con todo lo malo. Porque sin eso, no sería él. Y lo quiero todo. Le quiero entero. Con las caricias y las hostias.
Porque sobre todo, esto no es NADA comparado con mis defectos. Y él me quiso con todos ellos. Y ojalá, ojalá lo vuelva a hacer. Porque necesito los suyos a morir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario