Que yo me corro cuando en la mesa de un restaurante me pones esa sonrisa de ir a desnudarme en cualquier parpadeo del mundo.
Y después lo haces.
Cuando vamos a comprar discos y libros; y tú, trampas de la magia, me cuelas la mano entre las medias. Como si el mundo no me viese gemir contra literatura y música.
Cuando te levantas a por agua porque tengo sed, y te miro el culo todo el camino de ida. Y cuando vuelves estoy viva de sed y abres las piernas. Y nos bebemos a morro.
Cuando noto tu ombligo escribir el mapa del tesoro en mi espalda y después a tus labios sellarlo con llave en mi cuello. Cuando te dejas follar y me cantas esa canción que no me quito de la cabeza; tus gemidos.
Que yo sólo me corro cuanto tú te acercas
Que contigo irse corriendo
siempre fue acercarse
al puto séptimo cielo
sin subir las escaleras.
"El sexo de la risa", Irene X.
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