Siempre te he dicho que hay cosas que no conoces de mí. Estos últimos días me he dado cuenta de que hay cosas que sabes de mí que no sabía que conocías, y me ha sorprendido gratamente la verdad, porque nadie nunca me había conocido así. Luego pensé en que es posible que te marches, y me cagué en el puto universo por darme lo que quería para quitármelo después. Joputa.
Pero así y todo hay muchas, MUCHÍSIMAS cosas que nunca te dije. Todo lo que hay en este blog, sin ir más lejos. Es verdad que hay cosas que he dejado caer, algunas ya las había escrito y otras las escribí después, pero muchos de esos “¿qué pasa?” “Nada” están aquí. Porque tenía miedo de que si te lo contaba dieras media vuelta y empezaras a andar en dirección contraria, o qué sé yo.
Lo que pasa es que después me puse a pensar en esa cosa tan horrible que es el hecho de tu posible marcha, y, a parte de hundirme en la miseria más jodida que te puedas echar a la cara, me di cuenta de que no quería guardarme nada. De que quería que lo supieras todo de mí, que no quería tener nada que no supieras que tenía.
Y pensé en los puentes italianos, llenos de candados, de promesas de amor eterno, en la moñada que suponían, y en lo muchísimo que me gustaría hacerlo contigo. Y en lo que me cuesta admitirlo. Y en el miedo que me da quedarme sin la posibilidad de poder hacerlo. Porque eso es lo que más me acojona de todo esto, quedarme sin posibilidades. Vetar el futuro y que me pongan un candado en uno de los caminos que tenía frente a mí. Es como la muerte, ¿sabes? Lo único realmente malo de esa putilla es que te cierra todos los caminos de un portazo. Y aunque sea un absoluta cursilada... He de admitirlo, contigo tiraría la llave del puente Milvio, cacho cabrón.
Pensé también en mi “lista de cosas que hacer antes de morir”. Otra cosa que no sé si sabes es que tengo listas para todo. Sí, soy una escritora de listas compulsiva, de hecho con tus proyectos, las cosas que necesito para tus proyectos, los planes, el índice del blog… En fin, digamos que hay alguna libreta en mi casa que tus listas están empezando a petar. Pero que me desvío. En mi “lista de cosas que hacer antes de morir” más o menos cuando hicimos un año está escrito “llevarle a París”. Siempre he estado enamorada de esa ciudad, y no me preguntes por qué, también siempre he notado que eras poco entusiasta hacia ella. Puede ser una chorrada, ¿eh? Pero siempre pensé en llevarte allí, y hacer que te enamorases de ella, y enamorarme yo aún más de ti, y que tú me mirases de esa manera a la orilla del Sena con el cielo nublado, la “vie en rose” de fondo, y esa sonrisa tuya que iluminaría hasta la boca de un tiburón.
Venga, ahí va otra... Siempre quise pegarme contigo. ¡En serio! A lo Tyler Durden 1 y Tyler Durden 2. Hay la confianza suficiente, y ¡yo qué sé! Que siempre he querido hacerlo.
Siempre, siempre soñé con que algún día me dedicarías una canción durante un concierto tuyo. Y que algún día grabaríamos una canción juntos. Daría igual lo mal que yo lo hiciera, porque estabas tú para arreglarlo, así que...
Una vez se me ocurrió que (cuando alguno tuviera el carnet) deberíamos alquilar una caravana, solos o con más gente, y recorrernos algún país. ¿No sería alucinante? Un verano. Sería de esas cosas que no se olvidan.
Esto ya deberías saberlo pero siempre he creído de verdad que conseguirías cumplir tus sueños. De hecho estoy más segura de los tuyos que de los míos. Aunque no tenga ningún puto sentido. Siempre te he considerado capaz de todo lo que te propusieras.
¿Una última cosa...?
Te voy a querer tanto y tan fuerte, que al final, no vas a poder aguantarte las ganas de volver. Pero shh... ¡Esto es alto secreto!
No hay comentarios:
Publicar un comentario